


Y a la insistencia de Julián emprendimos viaje nuevamente a Nieve Nieve, a las ruinas perdidas de un antepasado de Walter. Antes estábamos atrapados en el campamento y Andrés con una maniobra a lo Jackie Chan rompió las cadenas de la esclavitud y nos pudimos ir. Llegamos al Lugar, aproveché de pedirme un café, la cabeza me estallaba, había dejado un gato en el camino. Algunos pidieron manzanilla o otros mas moscas, su mate de coca.
Nos sacudimos de la modorra y comenzó la excursión encabezada por Walter y Hugo.
El sol brillaba como nunca, Andrés aprovechó la situación y dejó una ofrenda sagrada a la mama pacha a unos metros mas adelante. Las ruinas que se levantaban parecían los restos de un pueblo post Tahuantinsuyo, mas no pertenecientes al imperio, encontramos restos óseos y artículos entre ellos huaquitos, es aquí cuando Walter se conmueve y los mira con nostalgia.

Fue un momento bacán, espontáneo y sin querer salieron esos niños que llevamos todos dentro. En ese momento no éramos ni doctores, ingenieros, gerentes ni nada de eso. Eramos los amigos de toda la vida que siempre gozarán momentos como éste, momentos que se deben de repetir mas a menudo para la renovación constante de la amistad, donde la solidaridad, el compañerismo, la hermandad y la sinceridad sea el comun denominador.





Pero esto lo sabrás en la sexta parte de nuestra historia.
Estimada Ratisima no te parece que deberian ser 7 los capitulos para cumplir con la tradicion
ResponderEliminarEn el momento de salir de la zona de campamento, ciertamente Andrés no fue nada cojudo ya que rompió las cadenas de la esclavitud (o quizás sí porque prácticamente se cayo de cara al suelo). Lo cierto es que yo iba en el carro de katunga y ví su rostro destemplarse justo en el momento en que se rompieron las cadenas. Su rostro se emocionó tanto y de su boca brotó un sonoro nombre: "¡Ramón Castilla!".
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