sábado, 7 de junio de 2008


INDIANA JONES EN EL TEMPLO DE LA ESTUPIDEZ

En la década del ’70, el cantautor argentino Piero -el mismo de “Mi querido Viejo”- escribió una canción titulada “Los Americanos” una de sus coplas decía: “Napoleón para ellos, fue un señor italiano, que organizó la cosa sin Americanos…. Si ellos saben de historia, no es por haber leído sino por haberla visto en el cine Americano…”.

Hoy, treinta años después, esta canción cobra nueva vigencia pero con mayor descaro y menos sutileza; me refiero al bodrio recientemente estrenado “Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal”; cuando leí las primeras críticas sobre errores (¿no serán horrores?) en la película pensé que exageraban dado su corte ficticio, tenía que verlo con mis propios ojos y fui a ver la película y realmente no lo podía creer, no tanto por lo que se presentaba en pantalla sino por la desfachatez insultante de los “genios” del cine americano en la cual pude entender claramente no las inexactitudes de la ignorancia sino la agresividad conciente y dirigida de mentes neocoloniales que ya no nos ven como su patio trasero sino como su basurero en esta pomposa era de globalización.

Para empezar, trata de combinar mitos andinos y mayas terciados con conquistadores españoles y el resultado es pésimo, la figura de las calaveras de cristal corresponden a las leyendas mas antiguas de mayas y aztecas pero Indiana jura y rejura que encontrarán los famosos cráneos nada menos que en el Amazonas que claro está los llevarán –como no- hacia los ingentes tesoros de El Dorado y para eso deben seguir la pista del conquistador Francisco Orellana que lo encuentran enfardado nada menos que en una fosa funeraria en las líneas de Nazca, Indiana muy categórico en su “calidad” de arqueólogo e historiador y sosteniendo en sus manos una foto de ¡Francisco Pizarro! afirma: “…ahí desapareció Orellana en el año 1500” es decir cuando ni siquiera había nacido (Francisco de Orellana nace en 1511 y muere en el Amazonas en 1546); seguidamente y ya en camino para adelantarse a los “malvados” soviéticos comienza a hablar sobre el Perú mientras extiende muy orondo un gran mapa de Bélice, país que recién se independizó de Inglaterra en 1975 y era un enclave colonial en Honduras.

Luego, por fin, llegan a Nazca y es recibido con acordes de música ranchera mientras que por ahí se pasean ñustas con polleras y hombres vestidos con poncho y chullo, o bien el despistado Indiana cree que las Líneas de Nazca están en el Cuzco o bien los atrasados nativos peruanos son capaces de caminar a 40 ºC con gruesa ropa andina en plena Pampa de Nazca; y en el colmo de la audacia ante la pregunta de donde aprendió a hablar el quechua, muy suelto de huesos, cuenta que el mismo Pancho Villa le enseñó mientras convivía con los revolucionarios villistas. Así continúan con las mismas peripecias de películas anteriores entre hormigas carnívoras, pantanos y persecuciones en jeep sin que se le caiga el sombrero cuando de pronto aparece nada menos que el templo de Chichen Itzá ¡en plena selva amazónica! y, para ponerle una cereza a la torta Indiana Jones termina poniendo su sello de ironía cuando muy circunspecto sentencia: “el mayor tesoro es el conocimiento”, mientras que en medio de una mixtura de ruinas de mayas e incas en la selva amazónica se eleva hacia el horizonte una nave extraterrestre, en una clara alusión a la estrambótica idea del “origen” alienígena de las culturas latinoamericanas, es decir, nosotros los latinos, somos unos seres primitivos y cuando mucho proto-humanos que aprendimos a usar ropa y calzado por que un extraterrestre nos lo enseñó y hoy solo pueden aspirar a un TLC para ir a barrer los baños en Nueva York.

La película ha cumplido su cometido: una subestimación humillante a la cultura latinoamericana en general y a la peruana en particular. Hasta hace algunos años los mensajes manipulatorios y alienantes de la conciencia social eran sutiles y larvados, ahora son asquerosamente grotescos, la globalización en ciernes les ha dado patente de corzo para hacer tierra arrasada con el espíritu de los pueblos que aspiramos a construir nuestro propio destino. Ante una producción cinematográfica con un presupuesto de 130 millones de dolares no podemos considerar que esto es una dejadez intelectual sino un mensaje muy claro y directo que va hacia nuestros jóvenes y niños: Desde la frontera con México hasta la Patagonia no existen diferencias entre aztecas, incas o mapuches, al fin y al cabo todos esos pueblos son mano de obra barata para los americanos del norte.

Claro está que no es la primera vez que nos encajan estas perlas, hace poco nomás cuando filmaban la última saga del “Agente 007” eran incapaces de distinguir entre aymaras y araucanos, ellos no se hacían problemas y simplificaban todo metiendo en un mismo saco a bolivianos y chilenos; y un poco mas atrás en la película “El Padrino” se puede ver como en un directorio mafioso se decide incursionar en la venta de drogas para ampliar el mercado y uno de los gángster en un arrebato “moral” recomienda que no se venda drogas en las escuelas por que hay que proteger a los niños y que mas bien hay que direccionar la venta de las drogas hacia los negros. Estamos pues notificados.

Mario Domínguez Olaya

1 comentario:

  1. Es una gran constante ver como el "ingenio" norteamericano se traduce en una escalada de ignorancia a través de cientos de años. Es muy conocido que el promedio de su población desconoce de todo lo que pasa o sucedió en el resto del mundo. Para ellos el mundo es América y nada más, lo demás son países no tan importantes exóticos y turisticos en donde en sus vacaciones pueden gastar su plata - ojo que cuando dicen "América" lo dicen solo por ellos y no por todo el continente, nosotros somos "Sudamericanos" por no decir "sub-americanos".

    Sus superproducciones fílmicas y demás traducen aquella ignorancia, no solo nosotros hemos sido "atacados" con Indiana, a todo el mundo le ha tocado vivir parte de esa desinformación que dura cientos de años. Yo no lo veo como intencional, sino de mediocre y poco profesional. Pienso que sería un documental histórico o una película biográfica o histórica, esos yerros hubieran sido catastróficos, pero como se trata de una película de ficción y para el entretenimiento no nos debemos jalar de los cabellos. Los norteamericanos no dan más, no pueden con lo mediocre de sus guiones. Para ellos ser culto es tener buenos modales, ser limpio y tener todas las comodidades que puedan tener y tener la billetera bastante llena. Las cosas mas simples no entran en sus mentes y ni que decir las mas complejas y profundas. Homero Simpson es el prototipo del hombre de clase media del país del norte...lo mas triste de todo es que las generaciones nuevas creen que es norteamericano es lo máximo y lo mejor, muy distante de la verdad.

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