domingo, 16 de septiembre de 2007

La Cumbia de Julián (3ºParte)








Un día en la Isla de Barú
Al día siguiente nos esperaba una travesía por mar, una isla paradisiaca que nos ofrecería aparte de sus encantos naturales, mucho entretenimiento. Según nos dijeron, este pequeño archipiélago es de propiedad del Hotel Decámeron o por lo menos lo administraba, tiene instalaciones tambien en la isla. El crucero partió a las 8 de la mañana y ya a esa hora se esbozaba que iba a ser un precioso día.

La Isla de Barú es uno de los futuros polos de desarrollo turístico de Cartagena de Indias. En la actualidad cuenta con hermosas playas de arenas blancas, aguas transparentes, caños rodeados de manglares y corales multicolores. Se puede llegar por tierra cruzando el Canal del Dique desde Pasacaballos (vía Mamonal) o por vía acuática atravesando la Bahía de Cartagena, nosotros tomamos la segunda opción.

Durante el camino habían dentro de la tripulación del navío un grupo de gente que nos entretenía, estaba el zambo Jairo que nos enseñaba pasos de merengue a los 40 pasajeros que éramos aproximadamente, entre broma y broma iba pasando el tiempo y la verdad que la pa´sabamos bien. Contraté a un pata que nos cobró 25 dolares por filmarnos y entregarnos un DVD del paseo incluyendo la estadía en la isla, después le sacaríamos copia para todos. El paseo incluía, el pasaje ida y vuelta, el almuerzo en las instalaciones del hotel con un buffet expectacular y demás entretenimientos. Pague la suma de 30,000 pesos, algo así como 17 dolares que me pareció aceptable.

Considerada una de las grandes reservas turísticas de Cartagena, la Isla de Barú ofrece en sus 7000 hectáreas, playas vírgenes, pequeños pueblos de nativos como Ararca, Santa Ana y Barú y ensoñadores paisajes como el de Playa Blanca, donde los nativos ofrecen bandejas con deliciosas langostas a módicos precios.

Nuestro minicrucero de una hora y media que partió del muelle de la Promotora de Turismo de seguro estaba muy divertido. Al llegar al Beach Club las playas de arena blanca, las aguas cristalinas y el servicio todo incluido tradicional de esta cadena se encargaron de hacer de éste, un paseo inolvidable. Me quedé con las ganas de pasear en motoneta por no saber nadar, mis amigos si lo hicieron y fueron registrados en la filmación, qué envídia tuve. Una chica muy guapa me propuso una sesión de masaje en la playa y atraqué de inmediato. Realmente sí sabía lo que hacía la morenaza de nombre Patricia, sus manos pasaron por todo mi cuerpecito y lo relajó por completo, casi me hace dormir la condenada.

Llegó la hora de jamar y la mesa del buffet estaba muy variopinta con una variedad de platos del lugar y comida internacional que agradaba. La playa, la brisa y el masaje me abrieron locamente el apetito. De vez en cuando se acercaban a la playa vendedores de artesanías. La verdad tienen una personalidad y saben vender. Me acuerdo de uno que se presentó y me dijo: " Bienvenido a Barú señor, me llamo Juan Antonio y estoy aquí para ofrecerle mi amistad, le entrego esta belleza para ver si me lo compra (y me enseña unos pendientes de piedra trabajada muy hermosos) tómelos y regreso al rato." Ante tanta amabilidad le compré el juego completo, claro está con su descuento de ley.

Fué muy bonito este minicrucero, la pasé muy bien, no usé nada de bloqueador para la piel para insentivar el bronceado natural de mi piel. Nos retiramos algo así como a las 4 de la tarde, llegando a la bahía a las 5 y 30 de la tarde e iniciar nuestra noche de bohemia y diversión en Cartagena. Pero eso lo sabrán en la próxima entrega....

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