viernes, 11 de enero de 2008


El Hinchado

Esta es una de las veces en que la personalidad emotiva y explosiva de Juan Borea se ponía de manifiesto. Es un pequeño y a la vez gran incidente que protagonizaron nuestro profesor de aquel entones con nuestro condiscípulo Roberto "Mosquito" Lecaro en el salón de clases. Algo que quedó para siempre en el recuerdo de todos los que ese día fueron testigos de ese anecdótico suceso.

Ya había terminado el recreo de las 12, era hora de regresar a clases. Nos tocaba clase con Juanito Borea pero éste todavía no llegaba. Comenzó la chacota, el juego y las burlas como siempre sucede. Era bien sabido que los puntos de risa eran en torno siempre a Sayán o a Solórzano.

Muchas veces el loco a pedido de nosotros se había mofado de algún profesor, imitándolo, esa era su mas grande gracia, o de alguno de la clase; el asunto es que Robert Lecaro le grita al loco, pasándole la voz: “Solórzano...!” justo en el preciso instante que Juan Borea entraba al salón. Para mala suerte del “percudido” todos guardaron súbitamente silencio y sólo la voz retumbante del alargado muchacho sobresalió del resto.

En ese preciso momento Juan entró como tren de sierra y mas colorado que nunca, (seguro mortificado por algo que vió, sintió o le hicieron fuera durante el recreo), se detuvo en seco luego de su caminar característico , giró el rostro hacia Roberto, alzó el dedo enérgicamente, lo miró con los ojos rojos y el seño fruncido y con el tono de voz que lo caracteriza exclamó: “Oye Roberto... esas bromas te las llevas a la con....de tu....” prácticamente irreproducibles.

Aquella era la primera vez que escuchábamos salir de la boca de un profesor palabras de tan grueso calibre, más aún dirigidas a uno de sus alumnos. Era obvio que el caracter de Juan era fuera de serie y espontáneo, pero le resultaba muy difícil controlarse. Además solo nos llevaba en edad entre 8 a 9 años. Ahora Juan, al igual que nosotros, más reposados, ve ese incidente como un recuerdo de sus primeros años como profesor de varones.

Por otro lado, la actitud del flaco fue un tanto graciosa. En el momento del "estallido boreal" todos volteamos girando la cabeza hacia atrás para ver a quién se dirigía Juan, Roberto sin percatarse que era el último de la segunda fila, también volteo encontrándose a la pared en su cara. El roche fue catastrófico para Roberto y quedó de color morado hasta el día de hoy...


Paco Cárdenas Linares

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