MARISTAS BOYS 78

“SE ME CAYÓ FULANO”

Es frecuente escuchar en nuestras conversaciones, aludiendo a una determinada persona, la frase “Se me cayó Fulano”. Esta frase inevitablemente alude a una situación: la persona que está hablando tenía por otra una gran estimación o admiración; y por ello la había colocado en un pedestal simbólico de su propio sentimiento. Luego, esa misma persona ha escuchado o conocido alguna falla o defecto de quien él mismo había levantado, y por lo tanto lo “decepciona”; y como fruto de esa decepción, dice que “se le cayó”.

Estemos atentos, pues esta actitud puede romper aprecios, relaciones y amistades que no deberían perderse. En parte, porque muchas veces las fallas o defectos que se “conocen” son en realidad chismes, rajes, o malas interpretaciones que no corresponden a la realidad. Pero más allá de ello, hay otra razón mucho más importante: si alguien “se te cayó”, es porque tú lo elevaste a un sitial que obedecía más bien a una proyección ideal tuya que a la realidad.

Todos los seres humanos tenemos virtudes, cualidades y buenas actitudes. Y también tenemos fallas, pecados, errores. Nunca debemos poner a nadie en un pedestal; primero, porque nadie te ha pedido que lo pongas. Pero sobre todo porque es injusto con aquél a quien elevas. Sí debemos apreciar lo bueno de las personas, agradecer lo que ha hecho por nosotros o por la sociedad; pero considerando que es un ser humano con la grandeza y limitación de mismo. Nadie es perfecto; pero debemos desde nuestra naturaleza limitada tratar de ayudar, de crear, de solidarizarnos, de mejorar. Y no angustiarnos por nuestras fallas, sino saber superarlas y avanzar.

Si aprecias a una persona, si la admiras, hazlo: es necesario reconocer las cosas buenas. Pero no lo pongas en pedestales imaginarios; acepta desde un inicio que es humano, que tiene también derecho a fallar. Así no se te “caerá” nunca, y tu aprecio será mucho mayor porque será el reconocimiento al esfuerzo de uno como tú a ser mejor y ayudar a la sociedad.

Juan Borea Odría