

Esta es una historia que cada vez que tengo oportunidad la traigo al presente en cuanta conversación de amigos se lleve a cabo. Es la que los protagonistas son dos personajes que antagónicos en el rol que juegan, son muy parecidos a la vez. Es la lucha del bien contra el mal, o es al reves? Fue un encuentro donde el "mal" tuvo que ceder y rendirse a la "verdad absoluta". Seamos testigos de otra historia en tiempos donde lo único que nos preocupaba era pasar de año, jugar pelota y pasarla bien.
Estábamos saliendo de clases cuando Daniel Zevallos elogiaba el verbo elegante, fluido y dislocado de Mario Alfredo Santillán. Este caminaba con aires de grandeza , mismo presidente Alan García, además acompañaba sus pasos con un aleteo de brazos al andar, emulando a la carroñuda ave de pico rojo y quiebro.


Llega el momento en que aparece de la nada y como una centella Rubén “el loco” Solórzano avanzando desde atrás y alcanzando a Alfredo que se encontraba a la cabeza de la muchedumbre de alumnos que lo seguían por detrás. Con voz firme y muy elevada, en actitud servil e inclinándose le dice: “ Oh Maestro, mis ojos te han visto, mis manos te han tocado...qué dichoso soy...hoy he vuelto a vivir nuevamente!” La multitud estalló en una gran risotada que los transeúntes de la avenida San Juan se detuvieron a espectar lo que pasaba. Seguían los cánticos y los aplausos eran mas fuertes cada vez.
Estábamos en plena calzada frente al plantel y no nos dimos cuenta que un Ikarus (bus acoplado) venía a toda velocidad hacia nosotros. Es cuando el “Loco” Solórzano se detiene, para a la multitud y se arrodilla frente al bus que venía, todos nos asustamos y algunos quisieron despejar la pista, pero Rubén mas alocado que una tuerca desbocada nos dice que nos quedemos donde estábamos. En efecto el “loco” hizo detener al acoplado, los pasajeros curiosos miraban por la ventada y ante el asombro de todos cruzamos la avenida. Solórzano para culminar arrodillado todavía exclamaba “Milagro..milagro él es el Mesías, el enviado, el Hijo de Dios...!”...Santillán alza los brazos para agradecer a la gente y prosigue su peregrinación por las calles de San Juan... Desde aquel entonces su fama salió fuera de los límites del colegio y fue tanta la "inyección de sobreestimación" que Alfredo Santillán terminó creyéndosela que era alguien muy especial... lo dudan?
Paco Cárdenas Linares
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