viernes, 4 de enero de 2008


El Maestro

Esta es una historia que cada vez que tengo oportunidad la traigo al presente en cuanta conversación de amigos se lleve a cabo. Es la que los protagonistas son dos personajes que antagónicos en el rol que juegan, son muy parecidos a la vez. Es la lucha del bien contra el mal, o es al reves? Fue un encuentro donde el "mal" tuvo que ceder y rendirse a la "verdad absoluta". Seamos testigos de otra historia en tiempos donde lo único que nos preocupaba era pasar de año, jugar pelota y pasarla bien.

Estábamos saliendo de clases cuando Daniel Zevallos elogiaba el verbo elegante, fluido y dislocado de Mario Alfredo Santillán. Este caminaba con aires de grandeza , mismo presidente Alan García, además acompañaba sus pasos con un aleteo de brazos al andar, emulando a la carroñuda ave de pico rojo y quiebro.

El loco Palomino desde lejos saludaba también las ocurrencias que sin querer decía el “maestro” Santillán, (así se le conocía desde la mitad de cuarto año de secundaria), cuando después de una sarta de estupideces e incongruentes frases pero que sonaban muy bien, Daniel Moroco cae de rodillas al suelo y en ademán como de haber visto al propio Dios exclama “Maestro iluminan tus palabras mi modesto camino, recíbeme por favor en tu rebaño”. En aquel momento sólo unos cuantos se ganaron con el pase. Mas adelante la popularidad y fama de Santillán llegó a traspasar las fronteras del salón y porque no decirlo, del mismo colegio.

Digo esto, para seguirles contando la historia. Salíamos del colegio un buen grupo de chicos y chicas, el Maestro se veía transfigurado y distinto a otros días, era un viernes, último día de estudio de la semana, con ganas de hacer chacota y mofa la gente comenzó a cantar una canción de alabanza entorno a él, era un tema de película adaptado a Santillán: “Santillán...Santillán Superstar...él salvará a la humanidad”, y así, estribillo tras estribillo, canciones y palmas gratuitas y espontáneas para aquel personaje que no se incomodaba en lo absoluto con tal espectáculo, por el contrario lo disfrutaba a rabiar y nos miraba con aires de grandeza y con mucha aprobación.
Llega el momento en que aparece de la nada y como una centella Rubén “el loco” Solórzano avanzando desde atrás y alcanzando a Alfredo que se encontraba a la cabeza de la muchedumbre de alumnos que lo seguían por detrás. Con voz firme y muy elevada, en actitud servil e inclinándose le dice: “ Oh Maestro, mis ojos te han visto, mis manos te han tocado...qué dichoso soy...hoy he vuelto a vivir nuevamente!” La multitud estalló en una gran risotada que los transeúntes de la avenida San Juan se detuvieron a espectar lo que pasaba. Seguían los cánticos y los aplausos eran mas fuertes cada vez.

Estábamos en plena calzada frente al plantel y no nos dimos cuenta que un Ikarus (bus acoplado) venía a toda velocidad hacia nosotros. Es cuando el “Loco” Solórzano se detiene, para a la multitud y se arrodilla frente al bus que venía, todos nos asustamos y algunos quisieron despejar la pista, pero Rubén mas alocado que una tuerca desbocada nos dice que nos quedemos donde estábamos. En efecto el “loco” hizo detener al acoplado, los pasajeros curiosos miraban por la ventada y ante el asombro de todos cruzamos la avenida. Solórzano para culminar arrodillado todavía exclamaba “Milagro..milagro él es el Mesías, el enviado, el Hijo de Dios...!”...Santillán alza los brazos para agradecer a la gente y prosigue su peregrinación por las calles de San Juan... Desde aquel entonces su fama salió fuera de los límites del colegio y fue tanta la "inyección de sobreestimación" que Alfredo Santillán terminó creyéndosela que era alguien muy especial... lo dudan?


Paco Cárdenas Linares

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