viernes, 14 de diciembre de 2007



LUCHITO SAYAN: EL INCOMPRENDIDO REY DE LAS PISTAS DE BAILE (PARTE 3)

Mientras se acercaba el día de la competencia, Lucho visitaba muy a
menudo el KV 7 de San Juan, demostraba su talento y se ganaba de pasadita algunas gaseosas y tragos. Era su garbanzal, su paraíso, su hábitat . No podía creerlo, las chicas merodeaban por doquier y él ni corto ni perezoso se animaba a cortejarlas, buscándoles la mirada y haciéndolas sonreir con su frase acostumbrada: “ Saludar no es una ofensa”. Muchas amistades y amoríos cosechó Lucho, sin pensar que a veces el “tiro le saldría por la culata”. Afanar a una chica con pareja es pecado mortal, y a veces el muy glotón recibía algunos “cariñitos” de parte de sus parejas.

La prueba de fuego sería en el Auditorio “Amauta” de propiedad de Panamericana. A pesar del traje de luces y el peinado engominado, Sayán se sentía confiado. Y así fue que pasó a la final, dando saltos de alegría. Era una hazaña, el haber pasado a la etapa final, dado que decenas de miles de muchachos habían quedado atrás. Se tomó unas aguas (llámese refrescos no más), se sacó el saco y esperó el momento definitorio. Se le presentó un inconveniente de último minuto: sus zapatos “Makarios” tenían un problema. Tanto bailar y zapatear a lo Tony Manero, el taco se estaba despegando de la plataforma. Era la primera vez que sudaba frío y no lo podría creer que esto le sucediese justo al final de la jornada.


Llegó el momento crucial, se tenía que medir con los mejores de Lima, del Perú y de unos cuántos extranjeros. El premio mayor era de 3 mil soles (un dineral en esos tiempos) ropa, contratos artísticos, etc. Todo esto estaba en juego. Salió a la pista de baile muy colorida, los reflectores iluminaban su figura y la música de los Bee Gees retumbaba sus oídos. Se transformó, se juraba Tony Manero y olvidándose del makario roto emprendió batalla y le puso mucho feeling a su baile. Lo único que recuerda Lucho de aquel instante es la ruptura del fondo de sus pantalones al hacer una maniobra abriendo las piernas, esto hizo que muchos se rieran. Se acordó de los tiempos en que era el “punto” en el salón de clases y se llenó de más valor sacando todo lo mejor de sí.

Luego de su intervención se siguió con la eliminatoria. Pasaron 2 largas horas para conocer los resultados. No paraba de morderse las uñas. Llegó el momento y no lo podría creer: Sayán Vicente había quedado en el quinto lugar en la categoría individual-varones. Cuando el joven locutor Johnny López lo llamó para darle su premio, le entraron ganas de llorar y le dedicó el triunfo a su señora madre.


Han pasado casi 30 años de aquel acontecimiento muy importante para Luchito Sayán. Ahora en el 2007, con una familia bien formada, amando como loco a sus tres hijitos, sigue dando batalla por la vida. Las piernas que en algún momento fueron las que le dieron tanto, ahora lo tienen postrado y sin poder caminar. Él sabe que puede volver hacerlo de nuevo, pero son muchos los inconvenientes que se le han presentado, entre ellos, la pérdida de su trabajo y lo costoso de las medicinas. No permitamos que la enfermedad lo venza. Ayudemos al amigo a vencer esta dura prueba, ya no hay juventud, ya no hay ilusiones, hay mayores responsabilidades, pero todavía están los amigos, aquellos que compartieron el salón de clases. Permitamos que Lucho Sayán salga victorioso de este amargo trance y lo volvamos a ver irradiando alegría en cada fiesta que organicemos como promoción.


Paco Cárdenas Linares

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