“TIENE ESQUINA”
Nuevamente debo llamar la atención sobre un comercial televisivo que hace meses estuvo en el aire; no porque esta sea la columna de espectáculos, sino por el impacto político que a la larga tienen estos comerciales. Esos mensajes reiterados, elaborados por especialistas en comunicación de masas, son importantes factores de conformación de las conciencias, y por tanto de la actuación de los ciudadanos.
Me refiero en esta ocasión al comercial de Pilsen Callao, “Tiene esquina”. Se acuerdan? Se celebra el engaño realizado por dos jóvenes a unas chicas que, además (otra distorsión), buscan en ellos no a sus personas, sino el status que debería estar detrás de la supuesta posesión de un auto de lujo.
Hay aquí para los no alertados (la mayoría de la población, en especial los niños) una adquisición subliminal (y por inconsciente más peligrosa) de lo que en otros términos denominamos la “viveza”, que tanto mal nos ha hecho como nación. Se exalta por un lado a la mentira como mecanismo para lograr los objetivos, y por otro lado se presenta como natural el interés como criterio de relación.
Estos fueron los cimientos “morales” que usaron para justificarse y ser justificadospor otros, muchos sinvergüenzas en la década del Fujimorismo. Pero la tragedia continúa y viene desde antes. Y estos cimientos, en lugar de ser combatidos para eliminar la plaga de la corrupción, se promueven con este tipo de publicidad y de programas.
En la campaña electoral de 1990 el candidato Fujimori fue cuestionado por subvaluar tramposamente las edificaciones que vendía, para pagar menos impuestos. No dijo que fuera falso; dijo que él “no era un caído del palto”, justificando así su “viveza”. Lo peor es que la población entendió esto como “normal”, y le dio su voto con las consecuencias que luego vivimos.
En 1995 un argumento que escuché en muchas personas de alto nivel económico y cultural (y bajo nivel moral), era que si bien aceptaban que Fujimori era un sinvergüenza y que iba a hacer fraude, era el tipo de presidente que necesitaba el Perú. Señalaban que Pérez de Cuellar era “demasiado honesto”; era un presidente “para Suiza”, no para este país que necesitaba un “vivo” que pusiera en cintura al resto de “vivos”. Ya gozamos de los resultados.
Una nueva invocación a los canales: revisen su publicidad. Y a los televidentes: no consumamos lo que estos malos comerciales publicitan, a ver si aunque sea por el interés se avienen a mejorarlos.
Nuevamente debo llamar la atención sobre un comercial televisivo que hace meses estuvo en el aire; no porque esta sea la columna de espectáculos, sino por el impacto político que a la larga tienen estos comerciales. Esos mensajes reiterados, elaborados por especialistas en comunicación de masas, son importantes factores de conformación de las conciencias, y por tanto de la actuación de los ciudadanos.
Me refiero en esta ocasión al comercial de Pilsen Callao, “Tiene esquina”. Se acuerdan? Se celebra el engaño realizado por dos jóvenes a unas chicas que, además (otra distorsión), buscan en ellos no a sus personas, sino el status que debería estar detrás de la supuesta posesión de un auto de lujo.
Hay aquí para los no alertados (la mayoría de la población, en especial los niños) una adquisición subliminal (y por inconsciente más peligrosa) de lo que en otros términos denominamos la “viveza”, que tanto mal nos ha hecho como nación. Se exalta por un lado a la mentira como mecanismo para lograr los objetivos, y por otro lado se presenta como natural el interés como criterio de relación.
Estos fueron los cimientos “morales” que usaron para justificarse y ser justificadospor otros, muchos sinvergüenzas en la década del Fujimorismo. Pero la tragedia continúa y viene desde antes. Y estos cimientos, en lugar de ser combatidos para eliminar la plaga de la corrupción, se promueven con este tipo de publicidad y de programas.
En la campaña electoral de 1990 el candidato Fujimori fue cuestionado por subvaluar tramposamente las edificaciones que vendía, para pagar menos impuestos. No dijo que fuera falso; dijo que él “no era un caído del palto”, justificando así su “viveza”. Lo peor es que la población entendió esto como “normal”, y le dio su voto con las consecuencias que luego vivimos.
En 1995 un argumento que escuché en muchas personas de alto nivel económico y cultural (y bajo nivel moral), era que si bien aceptaban que Fujimori era un sinvergüenza y que iba a hacer fraude, era el tipo de presidente que necesitaba el Perú. Señalaban que Pérez de Cuellar era “demasiado honesto”; era un presidente “para Suiza”, no para este país que necesitaba un “vivo” que pusiera en cintura al resto de “vivos”. Ya gozamos de los resultados.
Una nueva invocación a los canales: revisen su publicidad. Y a los televidentes: no consumamos lo que estos malos comerciales publicitan, a ver si aunque sea por el interés se avienen a mejorarlos.
Juan Borea Odría
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