
UN CAPITULO DE MIAMI VICE: ENCONTRANDO A LA CUSTER PERDIDA


Ella tiene 27 años, posee un cuerpo que le ha dado muchas satisfacciones, medidas como 92-62-92 bien distribuídas en sus 1.69 mts. de estatura. Mujer muy independiente y desenfadada, desde muy joven pisó fuerte el acelerador de su vida y según ella, la vida hay que vivirla intensamente.
Podemos decir mucho de ella, pero la misma Angie alguna vez dijo sobre ella misma: "Bueno a mi me encanta bailar el reggaeton un poco de hip-hop y electrónica cuando el tiempo me lo permite...adoro los tatuajes por que son de la puta madre. Soy autentica, soy como me vez, sin poses y siempre digo lo que pienso. Visto como quiero y hago lo que me da la gana. Que mas les puedo decir que adoro a mi hijo Nicolás por que fue lo mejor que me a pasado..me encanta ir a la playa y detesto la envidia. Tatuajes, fiestas noches limeñas, certámenes de modelo, cine, etc, etc ".
“Si la dejé así es porque practico kick boxing”, dijo la Jibaja entre sonrisas cuando se enteró de la denuncia que le entabló la joven Vanessa de la Torre, a quien le desfiguró el rostro con un vaso en una discoteca, en febrero de 2006.
Luego el ser sindicada como una de las supuestas “damas de compañía” que las “Suites de Barranco” ofrecía a los integrantes de la mafia fujimontesinista, la volvían a traer a las portadas. Por esa época mantenía un romance con un pelotero argentino Nicolás Tagliani con quien, al estallar el escándalo de la suite, se fue a Bolivia y Argentina tras su príncipe azul. Meses después regresaba sola y con más tatuajes. Fiestas, desfiles, drogas y alcohol seguían apareciendo en el currículum de la Jibaja. Ella aparecía en todo evento con sexys prendas que llamaban la atención de quien la viera.
Ya viene la temporada de frío que trae el invierno en este hemisferio. Hay que estar preparado para darle la bienvenida. Todos sabemos que Lima es muy húmeda en esta estación y es preciso tomar ciertas precauciones que nos den protección y nos defiendan del asedio del frío.
Para la humedad de Lima que ha veces llega en el invierno a 98% es recomendable consumir el kión o jengibre. Nos calienta y nos nutre. Este alimente es muy bueno para los bronquios ya que es balsámico. El smog de la ciudad nos hace respirar humedad y plomo. Ahora aún más se ha visto nuestro organismo amenazado con el efecto invernadero del calentamiento global.
Las mamás y las abuelas siempre recomiendan sopitas, cafecitos e infusiones para calentar el cuerpo. Sin embargo, esas bebidas son muy abundantes en agua y poco nutritivas. Lo mejor para que nuestros cuerpos sean más resistentes a las enfermedades relacionadas con el invierno es mantener una dieta sana, muy rica en vegetales, principalmente que cuenten con vitamina C y Zinc. De esta manera, nuestro organismo contará con todos los elementos necesarios para reforzar nuestras defensas. Los suplementos vitamínicos también son recomendables, pero hay algo que debe quedar muy en claro: NO EXISTE UNA RECETA MÁGICA O UN MEDICAMENTO QUE NOS CURE DE LA GRIPE O EL RESFRÍO. A lo más hay medicamentos que nos pueden atenuar los síntomas de un resfrío común, pero en esos casos sólo debemos tomar mucho líquido y esperar que el virus deje nuestro cuerpo. En el caso de la gripe o influenza, las vacunas ayudan mucho pero hay que ponerse una cada año, puesto que la bacteria cambia. Tampoco quiere decir que los vacunados no se enfermarán, pero les ayudará a soportar mejor los contagios.
Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) recogidos por el diario La Primera, las enfermedades relacionadas con actividades laborales cobran 2,2 millones de víctimas cada año, produciéndose 270 millones de accidentes de trabajo en ese lapso de tiempo. La realidad peruana no escapa a tal panorama sino, por el contrario, lo expresa con sobrado dramatismo en los tiempos actuales de desprotección al trabajador y carestía. Así, se estima en 20 mil accidentes laborales por año, siendo Lima la que concentra alrededor de 7 mil. Los sectores más riesgosos son el agroindustrial, la pesca, la minería y la construcción. En varias oportunidades la muerte acompaña esta realidad (basta tener en cuenta los reiterados accidentes habidos últimamente en el las actividades de construcción). Paradójicamente, esta semana se conmemoran, a nivel mundial, dos fechas muy importantes: el Día Internacional de la Salud y Seguridad en el Trabajo (28 de Abril) y el Día Internacional del Trabajo (Primero de Mayo). Vale la pena plantearnos una reflexión crítica al respecto. Propongo hacerlo desde la creación literaria, para lo cual transcribo el siguiente relato breve en su integridad. Cualquier similitud con historias reales y concretas de trabajadores y trabajadoras peruanas, lamentablemente, no es pura coincidencia.
No pasaba un solo día en el que Juan Solano no dejara de pensar en aquella bombilla. Desde las alturas de la última planta del hotel iluminaba el amplio hueco central de las escaleras. No era una bombilla cualquiera, a pesar de pasar prácticamente inadvertida, su corazón envasado al vacío emitía una suave luz ambiental que transmitía sensación de tranquilidad a los huéspedes.
Con el paso del tiempo, su vértigo dejó de manifestarse de una manera tan acusada y ya era capaz incluso de subirse a los últimos peldaños de la escalera. Pintaba las paredes de las habitaciones, reparaba las instalaciones de los enchufes, y arreglaba las cañerías. Su trabajo transcurría con total normalidad, sus miedos se centraban únicamente en que se produjera una avería en la lámpara de la última planta. 

En los últimos 70 años hubo quienes trataron de matarlo, desde niños nos vendieron la idea de que era un pobre hombre triste y deprimido con la mano en el mentón que garabateba cuartillas de versos complicados, y hasta tuvieron la vileza de insultarlo imprimiendo su imagen en un billete; no pudieron matarlo por que Vallejo es una “voz genial que viene del pueblo y va hacia él”, por que fluye todos los días en lo cotidiano del ser humano, en nuestras penas y alegrías, en nuestros conflictos y esperanzas.