jueves, 1 de mayo de 2008


PARAGUAY, UN NUEVO AMANECER

En nuestro mundo globalizado lo que sucede en los países vecinos nos afecta para bien o para mal. Por ello no podemos dejar de comentar el resultado de las elecciones en Paraguay: tras 61 años en que el Partido Colorado, herencia del dictador Stroessner, se mantuvo en el gobierno, una coalición opositora triunfó en las elecciones generales.

Esta victoria alienta, porque fue el triunfo de la limpieza ante un adversario acostumbrado al control de los procesos electorales (recordemos que Stroessner se reeligió cinco veces en “elecciones” que eran una farsa) y al uso del poder para perpetuarse en el gobierno. No deja de ser sintomático que el candidato triunfador, Fernando Lugo, es un obispo católico que, ante la falta de quién pudiese articular a diversos partidos opositores, dejó su servicio episcopal para servir al pueblo de su país desde la arena política.

Si bien este triunfo genera esperanza e ilusión, deberá enfrentar a muchas dificultades internas para gobernar. Para empezar, Paraguay destaca por ser el país con más alto nivel de corrupción en América del Sur; las personas corruptas están infiltradas en todos los niveles de la administración pública, y con ellas tendrá que gobernar Lugo.



La heterogeneidad de los partidos que lo apoyan, y su minoría en el Parlamento, serán también obstáculos para lograr una estabilidad política. Esperamos que el nuevo presidente y su equipo sean capaces de vencer estas resistencias, y encaminar al Paraguay por la senda de la justicia y la honradez.
Juan Borea Odría

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