sábado, 17 de mayo de 2008


SALVEMOS EL PLANETA

Hace algunos años, conversando con una amiga bióloga y ecologista sobre la situación real del planeta me comentó algo muy parecido -por no decir igual- a la preocupación de Mafalda; me dijo que entre las especies vivas conocidas existe un gran parecido entre el comportamiento de un virus y el ser humano; incluso me señalaba que algunos virus pueden desarrollar algún tipo de inteligencia que les permite mutar con rapidez y evadir e incluso destruir sistemas inmunológicos enteros, tal sería el caso del VIH, en este sentido, haciendo una analogía con el ser humano, este se estaría comportando como un virus que en los últimos 200 años se ha dedicado primero a debilitar y ahora poco a destruir el ecosistema planetario, a lo largo de millones de años ninguna otra especie ha sido capaz de maltratar el medio ambiente como lo ha hecho el hombre, y siguiendo con la comparación, así como el VIH puede minar en poco tiempo el sistema inmunológico del ser humano, así también el mismo ser humano se ha encargado de desequilibrar la ecología entera mediante una tenaz y sistemática contaminación que incluso le ha dado una justificación pragmática y seudocultural con la llamada “modernidad globalizada”.

Ahora bien, y siguiendo el principio filosófico que dice “todo lo real es racional y todo lo racional es real” nos toca a todos aquellos que queremos elevarnos por encima del status de virus, revertir esta situación antes que sea demasiado tarde ya que el presente siempre será la prehistoria del futuro y de nosotros depende que ese futuro llegue en buenos términos no para nosotros, que ya no estaremos, sino para nuestra descendencia inmediata que heredará o un desastre o una vida digna de reencuentro con los mismos hombres y la naturaleza.

Las líneas que siguen a continuación han sido tomadas de un artículo ¿¡ficción!? publicado en la revista “Crónicas de los tiempos” en abril del 2002 y son muy reveladoras de lo que puede pasar si continuamos agrediendo a la naturaleza: “Estamos en el año 2070, acabo de cumplir 50 años, pero mi apariencia es de 85; padezco serios problemas renales porque bebo muy poco agua me siento muy débil y me resta poco tiempo de vida. A mi edad, hoy soy una de las persona más viejas en esta sociedad.

Me acuerdo cuando tenía 5 años, había muchos árboles en los parques, las casas tenían bonitos jardines y yo podía disfrutar de un baño quedándome debajo de la ducha por una hora. Ahora usamos toallas humedecidas en aceite mineral para limpiar la piel; antes todas las mujeres mostraban sus bonitas cabelleras, ahora todos debemos raparnos la cabeza para mantenerla limpia sin usar agua. Mi pequeña niña me mira con la boca abierta de asombro cuando le cuento que antes mi padre lavaba su auto con el agua que salía de una manguera, no lo puede creer ya que ni siquiera ha visto una manguera en su corta vida y menos se puede imaginar que el agua se utilizaba de esa manera.

Recuerdo que había muchos anuncios que decían "CUIDA EL AGUA", nadie hacía caso; pensábamos que el agua jamás se podía terminar. Hoy, todos los ríos, represas, lagunas y mantos acuíferos están irreversiblemente contaminados o agotados; inmensos desiertos constituyen el paisaje contemporáneo y que nos rodea por todos lados. Las infecciones gastrointestinales, los sarcomas, las enfermedades de la piel y de las vías urinarias, son el pan de cada día y las principales causas de muerte.
Por otro lado, la industria está paralizada y el desempleo es dramático y “globalizado”; las fábricas desanilizadoras son la principal fuente de empleo y el salario es con agua potable, las monedas y billetes han dejado de existir y los asaltos y asesinatos por un bidón de agua son comunes en cualquier calle.

La comida es 80% sintética, antes la cantidad de agua indicada como ideal para beber eran ocho vasos por día para una persona adulta. Hoy sólo puedo beber medio vaso, la ropa es descartable, lo que aumenta la cantidad de basura; tuvimos que volver a los pozos ciegos (silos) porque las redes de cloacas no se pueden usar por falta de agua además de estar todas colapsadas.

La apariencia de la población es horrorosa, cuerpos desfallecidos, arrugados por la deshidratación, llenos de llagas en la piel por la falta de vitamina E y por los rayos ultravioletas que ya no existe la capa de ozono que los filtraban en la atmósfera. Por la sequedad de la piel una joven de 15 años está como si tuviera 40. Los científicos investigan, pero no hay solución posible resulta imposible fabricar agua, y el oxígeno también está degradado por falta de árboles lo que trajo como consecuencia que el decaimiento del coeficiente intelectual de las nuevas generaciones. También se alteró la morfología de los espermatozoides y como consecuencia hay muchos niños con insuficiencias, mutaciones y deformaciones.

Los gobiernos han colocado un impuesto oneroso por el aire que respiramos limitando el consumo a 70 m3 por día por habitante y adulto. La gente que no puede pagar es retirada hacia guettos llamados eufemísticamente "zonas ventiladas", que están dotados de gigantescos ventiladores mecánicos que funcionan con energía solar que generan un aire mínimamente respirable y de baja calidad; en estos lugares la esperanza de vida media es de 35 años.

En algunos países del planeta, quedaron algunos pocos bolsones de vegetación con uno que otro río, estos lugares se han militarizado y son fuertemente vigilados por el ejército. El agua se ha vuelto un tesoro muy codiciado, más que el oro o los diamantes; aquí, en cambio, no existen árboles porque casi nunca llueve, y cuando llega a registrarse una precipitación, es de lluvia ácida y contaminada.Las estaciones del año están severamente trastocadas por las pruebas atómicas y de las industrias contaminantes del siglo XX.

Se advirtió que había que cuidar el medio ambiente y nadie hizo caso; cuando mi hija me pide que le hable de cuando era joven, le cuento lo bonito que eran los bosques, le hablo de la lluvia, de las flores, de lo agradable que era darse un baño y poder pescar en los ríos y mares y poder beber toda el agua que quisiese y lo saludable que era la gente.

Ella me pregunta con inocencia: ¿Papá porque se acabo el agua?, y entonces, siento un nudo en la garganta y ya no puedo llorar por que tampoco tengo lágrimas debido a la deshidratación crónica. No puedo dejar de sentirme culpable, porque pertenezco a la generación que terminó destruyendo el medio ambiente y simplemente no tomamos en cuenta tantos avisos. Ahora nuestros hijos pagan el precio de nuestra desidia.Sinceramente, cómo me gustaría volver atrás y hacer que toda la humanidad hubiera comprendido esto... ... cuando todavía podíamos hacer algo para salvar nuestro planeta”.

Mario Domínguez Olaya

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