
“…Y NO PODRÁN MATARLO”
El arte, en un país como el nuestro duele, y duele hasta la muerte. El pasado martes 27 de mayo el gran poeta del Canto Coral ha muerto, solo en algún rincón de su casa, como el quiso que fuera y como así lo quiso también el olvido selectivo de los buitres que medran a su presa esperando que expire para organizarle algún homenaje póstumo a quien en vida olvidaron con la pretensión de que su voz también sea olvidada.
Pero se equivocaron, por que Alejandro Romualdo es de aquellos que ha sabido morir como ha vivido, sólo debemos recordar que ya en 1949 a los 23 años y siendo estudiante de Literatura en San Marcos ganó el Premio Nacional de Poesía con su poema “La torre de los alucinados” y se negó a recibir el dinero por que consideraba que querían prostituir sus versos, iniciando así una limpia trayectoria ética ante un Estado lleno de discursos y palabras bonitas pero que en la práctica arrincona a los mejores hijos del pueblo tratando de condenarlos al ostracismo.

Pero se equivocaron, por que Alejandro Romualdo es de aquellos que ha sabido morir como ha vivido, sólo debemos recordar que ya en 1949 a los 23 años y siendo estudiante de Literatura en San Marcos ganó el Premio Nacional de Poesía con su poema “La torre de los alucinados” y se negó a recibir el dinero por que consideraba que querían prostituir sus versos, iniciando así una limpia trayectoria ética ante un Estado lleno de discursos y palabras bonitas pero que en la práctica arrincona a los mejores hijos del pueblo tratando de condenarlos al ostracismo.

Los golpes de la vida son una fragua que o te liquidan o te forjan como el acero, y eso lo sabía muy bien Romualdo y se cuido de no sumarse al corrillo de aquellos que vuelan como polillas en torno a la flama del poder; vivió y murió con dignidad por que era de la misma estirpe de Francisco Bendezú, Martín Adán, Vallejo y Arguedas quienes jamás se hipotecaron al testaferro de turno.

Sin embargo en el Perú real, ese que a pulso labra su vida todas las mañanas, ese que sabe reír y llorar y que asume el presente para construir el futuro mantendrá siempre vivo al vate que ha caído por que sabe que:
“…Al tercer día de los sufrimientos,
cuando se crea todo consumado,
gritando ¡libertad! sobre la tierra,
ha de volver.Y no podrán matarlo”.
Hasta siempre Romualdo!
Mario Domínguez Olaya
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