
REQUIEM POR PEPE CANDIOTTI

Sin embargo, a mediados del '77 algo cambió, por una extraña razón nuestros caminos se encontraron en algún momento; creo que el cocktel hormonal de nuestros 16 años tuvo algo que ver en el asunto ya que una mañana de agosto, para mi sorpresa, en el recreo largo Pepe se me acercó mas colorado que de costumbre y me dijo: Rocko quiero hablar algo contigo; debo confesar que aunque no se notó me asusté un poco ya que no se veía nada agresivo pero si bastante turbado, entonces le dije vamos a las gradas y dime de que se trata. Nos sentamos y Pepe tras acomodar su gran humanidad me dijo:
- Rocko, así me decía, he visto que en el Club de Excursionismo ustedes hacen ejercicios bastante duros y bueno, yoooo, sabes, cuento con tu reserva, hay una chica que me interesa y quiero bajar algo de peso y creo que tu me puedes ayudar con los ejercicios.

- No Rocko, eso no es lo mío, además se van a demorar y yo quiero algunos resultados inmediatos.
- Y como piensas que puedo ayudarte.
- Mira, en una revista he leído que haciendo ejercicios muy temprano se pueden lograr buenos resultados, el problema es que mi mamá nunca me dejará salir de madrugada, pero si ella me ve con otros compañeros y le digo que debo hacer eso para el curso de Ed. Física entonces me dejará ir.
En ese momento evalué rápidamente la situación, me agradó que alguien que durante 4 años estuvo muy distante de mí se me acercara para pedirme algo que aunque pedestre se veía que era importante para él, mientras reflexionaba pude ver en sus ojos claros cierta ansiedad por la espera, entonces le dije:
- No hay problema, vamos a hacerlo pero será ínter diario y creo que deberíamos contar con alguien más.
- Tienes razón, me dijo, pero a quién mas podemos decirle, sobre todo sin que termine burlándose de mí que es lo que mas me fastidia.
- Creo que puede ser Juan Nolasco, le diré que quieres entrar en el Club de Excursionismo y no hará mayores preguntas además a él le gustan este tipo de aventuras; ahora dime algunos detalles, cómo y dónde serán los ejercicios.
- Mira, pasan por mi casa a las 5:30 am yo los estaré esperando, de ahí iremos corriendo por Billinghurst hasta la espalda del colegio, trepamos la tapia y vamos a la canchita del extremo opuesto, no creo que Soto nos pueda ver y sus perros no se alejan mucho de su casa, ahí estaremos hasta las 6:30 am luego regresamos corriendo hasta mi casa, de ahí cada uno a sus casas para bañarse y regresar a las 7:40 al colegio, ya vez lo tengo todo calculado, además llevaré unas mancuernas de 8 Kg para los brazos.

- Señora, no se preocupe, vamos a dar unas cuantas vueltas por aquí cerca, en una hora estaremos regresando, hasta luego.
Y entonces partimos sintiendo las miradas de la comitiva familiar en nuestras espaldas hasta que dimos la vuelta al kiosko azul de periódicos y al fin pudimos respirar la libertad de la madrugada sanjuanina; luego de correr y hacer los ejercicios de rigor, regresamos puntualmente a las 6:30 am y su mamá nos esperaba con 3 vasos de jugo surtido y de ahí a nuestras casas para retornar una hora mas tarde al Colegio.
Logramos hacer una buena rutina durante casi dos meses, luego vino la famosa caminata a Cieneguilla con "el próximo recodo del muerto Gonzales" donde también participó Pepe Candiotti; sinceramente yo lo veía igual de gordo no obstante, demostró una gran resistencia física, lo importante era como se veía él mismo y creo que agarró la suficiente confianza como para caerle a su "hembrita" de quien nunca supe mayores detalles y tampoco me interesó gran cosa ya que por esos días mi cabeza estaba por otro lado.
No nos hicimos grandes amigos, pero esta afinidad tardía duró hasta el verano del '78, incluso Pepe ya se animaba a acompañarnos en algunas correrías como aquellas que hacíamos en grupo hasta la playa Venecia, Conchán o La Herradura con Pitita, Moroco, el Chato Paredes, Yogui, Gustavo y hasta Carlitos que nos "arengaba" mentalmente en el paso ligero, e incluso una vez terminado el colegio aparecía de vez en cuando por la academia “San Rasputín”; eran días de plenitud física y espiritual y una demostración vital de la unidad de lo diverso.
Mario Domínguez Olaya
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