jueves, 21 de febrero de 2008


Cedo hoy la columna a un joven estudiante de periodismo, quien envío unas reflexiones con las que coincido plenamente.

LIBERTAD DE EXPRESIÓN: CUÁNTOS ABUSOS SE COMETEN EN TU NOMBRE

¿La revocatoria de las licencias atenta contra la libertad de expresión? En nombre de ella, de cuántas injusticias hemos sido testigos los sufridos –y las más de las veces, desinformados- televidentes. Hemos soportado que los canales “privados” nos atiborren de noticias manipuladas desde la salita del ‘doc’; de series enlatadas desatendiendo la oferta de productoras peruanas; e incluso que el día en que sucede algo muy trascedental , nos pongan al Chavo del Ocho, como si en el país no pasara nada digno de su cobertura.



La televisión no debe seguir siendo el negocio redondo con el que los “broadcasters” llenan sus bolsillos. Necesitamos licencias otorgadas en un marco regulador claro y moderno, bajo el amparo de una ley que impida a los dueños de los canales hacer de éstos un productor de “lo que más vende”. Porque se han encargado de enaltecer y convertir en axioma aquello de “es permitido todo lo que no es prohibido”. Y cuando hablamos de regulador, no nos referimos a censurador, como nos quieren hacer creer ciertos personajes.

Un país en democracia necesita canales plurales, con directorios donde la sociedad civil tenga una participación activa. ¿Cuánto demoraremos los peruanos en entender que la televisión es un recurso democrático y no una fuente de conveniencias, prebendas, vendettas y amistades?

Libertad de expresión no es la libertad del dueño de expresar lo que quiere en el momento que se le ocurre; es la posibilidad de dar voz a quienes no tenemos el poder del dinero; es ofrecer la posibilidad de decir qué queremos ver y no aceptar el manido argumento de la ‘libertad de empresa’. Como si tal libertad fuera dejar producir a cualquier empresa lo que más le convenga sin importar el perjuicio que esto le traiga a sus consumidores. Esta visión mafiosa de hacer empresa en el Perú sigue cosechando adeptos, cuando debería estar desterrada por el bien del país, y por la honra de la tan prostituida “libertad de expresión”.


Julio César Mateus Borea

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