sábado, 9 de febrero de 2008

PELO DE TIGRE


Hace muchísimo tiempo, en una aldea remota del antiguo Siam en lo que hoy es el sud-este asiático, vivía una mujer cuyo marido era un conocido guerrero valiente y audaz, él y sus hombres habían salido a guerrear pero esta vez se demoró mas de lo acostumbrado y la mujer se preparó para lo peor esperando la noticia de la muerte de su marido en combate; sin embargo, esta noticia no llegaba pero después de mucho tiempo apareció el marido con solo la quinta parte de su ejército, la lucha había sido feroz y muchos murieron incluido grandes amigos y camaradas del guerrero, este dolor marcó su carácter y lo sumió en una gran depresión mostrándose hostil con su mujer a quien prácticamente no quería ni hablar.

La mujer pensó entonces que lo había perdido como pareja, pero no se resignaba a esta idea y decidió acudir al anciano de la tribu que también era brujo y curandero para que la ayude con alguna pócima o sortilegio para reconquistar a su marido. Ella le contó lo que pasó, la pérdida de sus guerreros, la dureza de la sobrevivencia y cómo esto había cambiado el carácter de su marido. El anciano escudriñó los ojos de angustia de la mujer y le dijo:

- Hay un elíxir que puedo preparar para tal fin, es muy efectivo pero debes traerme un mechón de pelo del tigre de los montes para poder hacer el brebaje.

La mujer primero se asustó ante la idea de poder arrancarle un mechón de pelo al tigre, pero estaba decidida a reconquistar a su marido y entonces pensó que debía ganarse la confianza del tigre para poder obtener su pelo.

Diariamente se internaba en la jungla y a cierta distancia del cubil del tigre dejaba un trozo de carne fresca, ella se escondía hasta que aparecía el tigre devoraba la carne y luego se retiraba, al día siguiente repitió la operación pero esta vez a cierta distancia se dejó ver por el tigre cuando dejaba la carne y así lo hizo por casi todo un mes hasta que ya el tigre la esperaba sin ningún signo de ferocidad para que le entregue su ración de carne hasta que los últimos días ya se sentaba al lado del tigre y le rascaba la cabeza mientras este saciaba su hambre, al día siguiente le llevó doble ración y el tigre se lo comió todo y fue tal su saciedad que se quedó dormido a los pies de la mujer y cuando estaba profundamente dormido con un cuchillo afilado corto suavemente un mechón del pelo del animal y fue corriendo donde el anciano para que le prepare la pócima, cuando recibió los pelos del tigre el anciano le dijo:


- Mujer, ya no necesitas el elíxir, si has podido con astucia y paciencia ganarte la confianza del feroz tigre, de la misma forma podrás reconquistar a tu marido, anda con él y cura las heridas que la guerra le ha dejado en el cuerpo y en el alma.



Mario Domínguez Olaya

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