NUEVO ESTILO DE FUNCIONARIOS EN LAS SEDES MINISTERIALES
Los avatares que viven los ministros desde su nombramiento y su corta duración en el cargo, traen a colación la necesidad de contar con un nuevo estilo de funcionarios en las sedes centrales, enmarcados en un estilo diferente de carrera pública. El caso de los funcionarios en las sedes regionales es diferente, y sería materia de otra columna.
El período de Fujimori nos legó la destrucción de la carrera pública. Tomemos como ejemplo la sede central del Ministerio de Educación. Apenas de 10 a 15% son funcionarios “nombrados”; y corresponden a los cargos de menor responsabilidad y sueldo. La mayoría de los funcionarios (no hablo de los cargos de confianza) están contratados como consultores, y se les renueva cada cierto tiempo (en abierta contradicción con la ley). No tienen estabilidad, seguridad social ni vacaciones; en contrapartida gozan de mejores remuneraciones, que provienen de los préstamos otorgados por la Banca Internacional.
Los avatares que viven los ministros desde su nombramiento y su corta duración en el cargo, traen a colación la necesidad de contar con un nuevo estilo de funcionarios en las sedes centrales, enmarcados en un estilo diferente de carrera pública. El caso de los funcionarios en las sedes regionales es diferente, y sería materia de otra columna.
El período de Fujimori nos legó la destrucción de la carrera pública. Tomemos como ejemplo la sede central del Ministerio de Educación. Apenas de 10 a 15% son funcionarios “nombrados”; y corresponden a los cargos de menor responsabilidad y sueldo. La mayoría de los funcionarios (no hablo de los cargos de confianza) están contratados como consultores, y se les renueva cada cierto tiempo (en abierta contradicción con la ley). No tienen estabilidad, seguridad social ni vacaciones; en contrapartida gozan de mejores remuneraciones, que provienen de los préstamos otorgados por la Banca Internacional.
Este estado de cosas distorsiona la administración, impide acumular experiencia y conocimientos, y hace que los programas de largo plazo casi no existan. Conduce a los servidores a dar prioridad a los “términos de referencia” planteados en sus contratos con la Banca, y no al servicio público.
No planteamos una estabilidad laboral irrestricta que favorezca la mediocridad; pero sí reglas claras para el ingreso, producción, ascenso y permanencia. Se trata de contar con un cuerpo profesional capaz que ofrezca garantía de eficiencia y estabilidad tanto a la ciudadanía como a quienes detenten “cargos de confianza”. Un concurso público monitoreado por instituciones prestigiadas de la sociedad sería la puerta de acceso. Es necesario también sincerar las remuneraciones, y que éstas provengan del Tesoro Público.
Pareciera esto ilusión, pero en otros países contar con este tipo de funcionarios es parte de su cultura institucional. El reto es cambiar nuestra cultura y revertir la situación.
Juan Borea Odría
No hay comentarios:
Publicar un comentario
NO TE OLVIDES DE DEJAR TU COMENTARIO