jueves, 29 de noviembre de 2007


ALTAMENTE CALIFICADOS

Un argumento utilizado por quienes defienden las altas remuneraciones de algunos funcionarios del estado, es la necesidad de contar con personal altamente calificado; que de otra manera se iría a trabajar en el sector privado dejando al estado sin su valioso aporte profesional.

Esta es una verdad a medias. Es cierto que el funcionario que ejerce un alto cargo debe tener una remuneración suficiente para desempeñarlo sin apremios, y con relación a su responsabilidad. Lo contrario sería hacer demagogia, como la declarada remuneración de 2,200 soles que “cobraba” Fujimori por ejercer ilegalmente la presidencia. Pero esa remuneración debe tener en cuenta la situación del país, y de ninguna manera llegar a los montos actuales, que resultan escandalosos en una sociedad pauperizada. Cuando el ingreso es tan considerable, personajes de poca calidad moral buscarán llegar a los cargos haciendo una “inversión” económica o política que luego querrán “recuperar”.


Ejercer altos cargos en el aparato estatal es un servicio a la sociedad; los ciudadanos que acceden a ellos deben hacerlo no con la actitud de afortunados que se sacaron la lotería, o de acreedores que cobran su deuda (...“¡podemos hacer mil negocios, hermano!”...), sino con la del que se entrega a la causa de la nación. Quien entra para “servirse”, y no para “servir”, es un indeseable.

En muchos casos, además, es cuestionable la “alta calificación”. Gran cantidad de quienes ocupan cargos no tienen la más mínima capacidad para ejercerlos; su mérito ha sido engatusar a la gente para ganar sus votos, o estar cerca del cogollo gubernamental para recibir la bendición del puesto. Si el sueldo de muchos congresistas, ministros y funcionarios estuviera en relación a su real calificación, con el sueldo mínimo deberían darse por bien servidos.

Urge establecer una política de remuneraciones homogénea en el aparato estatal. Que todos conozcan; y que vaya acompañada con claros criterios para tres cosas:
a) Para acceder al cargo;
b) Para mantenerse en él; y
c) Para ser removido.

Mientras esto no se de, una vez pasada la actual tormenta, seguiremos en lo mismo.


Juan Borea Odría

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