
GENGIS KHAN, SU HALCÓN Y LA AMISTAD

Cierta mañana, el guerrero y sus soldados salieron a cazar. Mientras que sus compañeros cargaban flechas y arcos, Gengis Khan llevaba su halcón favorito en el brazo, sin embargo a pesar del entusiasmo del grupo, no consiguieron cazar nada, Gengis Khan, decepcionado, volvió a su campamento; pero para no descargar su frustración en sus compañeros, se separó de la comitiva y decidió caminar solo mientras su halcón lo seguía desde cierta altura. Habían permanecido en el bosque más tiempo de lo planeado, estaba cansado y con mucha sed. Debido al calor del verano, los arroyos estaban secos, no conseguían encontrar nada donde beber hasta que por fin vio un hilillo de agua que se deslizaba entre unas rocas que tenía delante.

Gengis Khan se molestó, era su animal favorito y tal vez también tuviera sed, pensó, tomó nuevamente el vaso, le quitó el polvo y volvió a llenarlo. Cuando lo tenía lleno hasta la mitad, el halcón volvió a hacer lo mismo y derramó el líquido.
Quería mucho a ese animal, pero sabía que no podía permitir semejante falta de respeto, ya que alguien podía estar presenciando la escena y más tarde contaría a sus guerreros que el gran conquistador era incapaz de domar una simple ave. Esa vez, desenvainó la espada, cogió el vaso, empezó de nuevo a llenarlo, con un ojo en la fuente y el otro en el halcón. En cuanto vio que tenía bastante agua y estaba a punto de beber, el halcón de nuevo alzó el vuelo y volvió nuevamente a volcar el agua pero esta vez el guerrero lo atravesó con su espada matándolo en el acto.

Gengis Khan regresó al campamento muy triste con el halcón muerto en sus brazos. Mandó hacer una estatua de oro con la imagen del ave y grabó en una placa lo siguiente, "Hoy aprendí dos lecciones:
1) Incluso cuando un amigo hace algo que no te gusta, sigue siendo tu amigo.
2) Cualquier acción motivada por la furia es una acción condenada al fracaso y lo único que causa es dolor”.
Mario Domínguez Olaya
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